Alberto González Amador , pareja de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, ha declarado ante el Tribunal Supremo este martes sobre las devastadoras consecuencias personales, profesionales y económicas que ha sufrido tras la filtración de datos de su caso tributario por parte de la Fiscalía General del Estado .

El empresario ha relatado cómo «se reventaron» sus derechos fundamentales y cómo la actuación del fiscal general , Álvaro García Ortiz, lo «mató públicamente », convirtiéndolo en «el delincuente confeso del reino de España» ante la opinión pública.

González Amador ha explicado al alto tribunal que su intención inicial era resolver el asunto fiscal « rápido y sin ruido ». Cuando le llegó la inspección, trasladó el caso a su abogado. «Me dice que podíamos pelear o conformar , lo quería hacer rápido y sin ruido», ha declarado. Dice que nunca quiso ser personaje público, no va ni a bodas con su pareja . Únicamente se han publicado fotografías no buscadas estando de vacaciones.

El empresario ha precisado que, como no tenía antecedentes penales, le indicaron que «iba a ser una pena mínima». Su principal preocupación era « no quería que perjudicara a mi pareja, que nada tiene que ver con mi empresa, de hecho, ni era pareja mía en esos momentos», ha subrayado.

Conformidad desbaratada

González Amador ha explicado que le aconsejaron conformarse . «La Agencia Tributaria nunca ha filtrado datos y me decían que aquí paz y después gloria , y decidí seguir ese camino», ha relatado ante el Supremo.

El procedimiento le pareció sencillo. «Me dijeron que fuera a los juzgados, firmaba y fin, lo veía bastante sencillo », ha asegurado el empresario, confiando en que el asunto quedaría zanjado de forma discreta gracias a sus letrados.

Sin embargo, todo cambió cuando se produjo la filtración del correo electrónico entre su abogado y la Fiscalía. González Amador ha sido tajante: «Jamás participé en ninguno de los correos intercambiados, a partir del momento en el que dejé la gestión técnica de mi intimidad en Carlos Neira, nunca participé en ningún correo, ni los escribí, ni los recibí, ni por WhatsApp ni nada».

Cuando recibió la noticia de la filtración, se enfadó profundamente. Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de Ayuso, le preguntó si era verdad. «Llamé al abogado, me dije : sí, tiene una explicación, cálmate , ¿te acuerdas cuando hablamos de la conformidad?», ha recordado.

La gravedad de la situación le impactó. « Jamás pensé en mi vida que un correo con un fiscal se iba a filtrar, tenemos un problema», dijo su abogado. González Amador desconocía «el tamaño» del problema que se avecinaba a pesar de los avisos del letrado.

«Me mató»

El empresario ha descrito ante el Supremo el impacto demoledor de la actuación de García Ortiz . «Entre la nota de la Fiscalía y la publicación del mail, yo pasé el delincuente confeso del reino de España, estaba muerto , el fiscal García Ortiz me había matado públicamente, me había destrozado públicamente», ha manifestado con contundencia.

Su abogado le advirtió: « La presunción de inocencia se ha roto ». González Amador añade: «Yo no entendía nada». «A día de hoy nadie sabe lo que he pasado», ha añadido visiblemente afectado.

La decisión de querellarse resultó crucial. «Puse una querella, gracias a esa querella se desplegó este caso», ha explicado. El empresario ha insistido en que «era el delincuente confeso según el fiscal general , se reventaron mis derechos, no tenía ninguna salida ».

Cuando la UCO desplegó sus diligencias, González Amador comprobó que « mi paranoia no era tal». Las investigaciones revelaron mensajes comprometedores. «Decían que era el caso Ayuso , había un WhatsApp de una fiscal de la Fiscalía General a Pilar Rodríguez , hablando de que el caso Ayuso ha llegado al juzgado 19 de Madrid», ha declarado.

«A partir de ese momento todo el cuerpo fiscal iba a por mí» , ha denunciado el empresario ante el alto tribunal.

González Amador ha cuestionado las declaraciones del presidente del Gobierno. « Me llama delincuente confeso. Cuando lo dice el fiscal general, lo sostiene el presidente del Gobierno, ministro, delegado del Gobierno, diputados, periodistas… todos ejercen de BOE tras la condena que me había puesto el fiscal general», ha criticado.

El empresario ha mencionado brevemente el impacto familiar sin entrar en detalles. « Hay daños familiares en los que no voy a entrar, tengo hijos, madre, hermanos…», ha apuntado.

Destrozo económico y social

Las consecuencias profesionales han sido demoledoras. «La columna vertebral de mi vida es que soy un delincuente confeso», ha lamentado González Amador. «Si tengo buen coche, una casa… soy un delincuente confeso», ha lamentado, describiendo cómo esa etiqueta empaña cualquier aspecto de su existencia.

El empresario ha denunciado además vulneraciones a su intimidad. «Todo lo que hago, han entrado en mi historia clínica, lo denunciaré», ha asegurado, calificando la situación de «atropello».

Ha comparado la atención mediática recibida con acontecimientos internacionales de gran relevancia. «Hay una relación de 14 a 1 en un informe de Google de noticias de mi caso frente a la invasión a Ucrania», ha señalado, ilustrando la cobertura mediático que ha vivido.

Las repercusiones económicas han sido inmediatas. «El 13 de febrero el banco me corta una financiación que siempre he tenido porque me va bien la empresa», ha relatado.

Incluso sus empleados han sufrido el estigma. «Hasta la fecha de hoy, hace un mes escaso, una trabajadora mía, una médica especialista, con un salario bueno para la edad que tiene, cuando vieron el contrato no le dejaron comprar una casa , ha tenido que pedir a sus padres que la avalaran, menos mal que lo ha documentado todo», ha denunciado.

El impacto en su actividad empresarial ha sido catastrófico. «Destrozo de proveedores, clientes perdidos… con contratos perdidos, con un email me dicen que debido a la situación que tenemos con el contrato firmado no lo ejecutamos…», ha explicado.

González Amador ha sido contundente al valorar el alcance del daño. «La pena económica y social, no se puede hacer una idea nadie, no puedo ni conformar ni pelear como un ciudadano normal», ha concluido.

El testimonio de González Amador ante el Supremo dibuja el retrato de un ciudadano atrapado en una tormenta perfecta donde la maquinaria institucional, la vorágine mediática y el escarnio público se han conjugado para convertir un procedimiento tributario normal en un naufragio vital del que, según sus palabras, aún no ha logrado sobreponerse.