En la primavera de 1914, mientras las naciones de la vieja Europa se encontraban al borde de la guerra, que a esas alturas era inevitable, ora por los nacionalismos, ora a causa de las antiguas rencillas por el reparto colonial del mundo, del otro lado del océano, México se desangraba en su propio conflicto intestino.

A finales de abril de aquel año, miles tropas estadounidenses, por primera vez desde 1848, invadieron el territorio nacional, al tomar el Puerto de Veracruz en una intensa batalla, que se prolongó durante dos días: hubo alrededor de 321 muertos, entre civiles y soldados de ambos bandos.

Poco pudieron hacer las milicias leales al usurpador Victoriano Huerta, compuestas por cadetes, presos y voluntarios comandados por el general Gustavo Maass, ante el poderío militar anglos

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