Javier Milei camina sobre una cuerda floja tendida entre dos torres: en una, su identidad libertaria, la que lo llevó al poder; en la otra, la coalición conservadora que le dio estructura política y los tan necesarios escaños. Su triunfo en las legislativas lo elevó a la cima, pero también lo dejó sin red: ahora debe aprender a equilibrar sin caer ni en la soberbia de la mayoría simbólica ni en la tentación de traicionar a su base.
El resultado de las elecciones de medio término fue innegable. La alianza La Libertad Avanza–PRO pasó de 72 a 104 diputados. En el Senado, el bloque oficialista creció de 14 a 24 escaños, alcanzando exactamente un tercio de la cámara, y el peronismo, que mantuvo sus 99 bancas en la Cámara baja, cayó de 34 a 28 escaños en la alta.
En números, Milei alcanzó u

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