Multifacético, talentoso, idealista, irreverente, Leonardo Favio fue todo lo que pudo y quiso ser. Actor, director, cantante, poeta del pueblo y soñador incorregible. Su vida parece una película escrita por él mismo, llena de belleza, dolor, ternura y rebeldía. Aunque nació entre la pobreza y la ausencia, conoció el frío de los institutos de menores y la intemperie del alma, en lugar de resignarse, eligió convertir las heridas en arte. Desde el barro que pisó, el niño que una vez durmió en una comisaría se transformó en una de las voces más profundas y queridas de la cultura argentina.

Fue un poco de todo, y a ese todo lo hizo bien. Cuando cantaba, el escenario se convertía en un confesionario; cuando filmaba, la cámara era un corazón latiendo. Con su primer largometraje, Crónic

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