Tirar la yerba usada parece un gesto inocente, parte del ritual cotidiano del mate. Pero detrás de cada ronda hay un volumen enorme de residuos: solo en Argentina se descartan más de 220 mil toneladas al año. Para un grupo de científicos del CONICET, esa montaña de material vegetal no es basura, sino una oportunidad.

Martín Palazzolo, investigador del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza (IBAM, CONICET-UNCUYO), colideró un estudio junto a colegas de la Universidad de Groningen (Países Bajos) que propone una solución creativa: transformar yerba mate consumida en bioaceite mediante un proceso de pirólisis, una técnica que descompone la biomasa a altas temperaturas sin oxígeno.

“ Los reactores comerciales de pirólisis son muy costosos, así que construimos uno experimental, económic

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