El miércoles 6 de noviembre de 1985, Bogotá se despertó con la rutina de cualquier día laborable, pero a las 11:40 a. m., algo más que un estruendo perforó la normalidad: una ráfaga de disparos inauguró la toma del Palacio de Justicia.

En la Plaza de Bolívar, el M-19 irrumpió en el edificio, instaurando un duelo contra la Corte Suprema y el Consejo de Estado.

Afuera, la ciudad terminaba de digerir el amargo trago de quedarse fuera del Mundial de 1986.

Los miembros del M-19 tenían un objetivo: celebrar un “juicio popular” al proceso de paz y al presidente Belisario Betancur, con los magistrados como testigos forzados y el país como público involuntario.

Sin embargo, el Ejército y la Policía reaccionaron con rapidez, sitiando el Palacio e iniciando los primeros intercambios de fuego; el

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