“El único camino posible es la armonía, lo que nos demanda un mayor trabajo humanitario como obligación estética. De lo contrario, nos volveremos inhumanos y el futuro será un auténtico infierno de bombas e intereses mundanos”
La globalización nos ha puesto en bandeja de que estamos vinculados entre sí, lo que requiere cultivar la convivencia y dejarse acompañar, con la predisposición de la acogida y el deseo de compartir experiencias. En consecuencia, nuestra primordial tarea es hacer familia, sumar fuerzas y trazar objetivos conjuntos, no vivir los unos contra los otros, sino en el otro, abriéndose a nuevos horizontes universales, sin abecedarios que nos enfrenten, ni muros que nos separen, utilizando los lenguajes del corazón, que es lo que hace espigar el sentido compasivo. Lo importa

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