«Ricardo Naturalezaragon», es el « nickname » en redes de @naturalezaragon , un divulgador de temas relacionados con la cetrería y el mundo animal. A través de su canal de YouTube, expone contenidos sobre la legalidad, el cuidado y el adiestramiento de aves rapaces . En uno de sus últimos videos, sosteniendo a un ave rapaz, pronunció una frase que ha suscitado debate.
«Nos choca ver a un ave rapaz cazar para comer, pero luego compramos pollo en una bandeja» , sentenció en un video publicado en TikTok . Su reflexión apunta a la hipocresía y la desconexión entre el acto natural de cazar y la comodidad con que la sociedad consume carne procesada.
La contradicción entre lo natural y lo industrial: el debate que propone este divulgador
Ver un ave rapaz alimentarse puede resultar incómodo. Su comportamiento expone la crudeza de la cadena alimentaria: un animal caza a otro para sobrevivir . En cambio, la carne industrializada que llega al supermercado aparece limpia, troceada y libre de todo rastro de muerte. Este contraste revela la distancia que separa al consumidor moderno de los procesos naturales.
La industria alimentaria ha logrado transformar el acto de comer carne en una acción aséptica . El pollo en bandeja representa una versión edulcorada de la naturaleza. Está desprovisto de plumas, sangre o huellas del sacrificio.
En palabras del propio @naturalezaragon: «Nos venden carne de plástico, sin ojos, sin pelo, sin alma». Una frase que evidencia la desconexión entre el origen del alimento y la percepción del consumidor.
El papel simbólico del ave rapaz
Las aves rapaces ocupan un lugar especial en el imaginario colectivo. Halcones, águilas o búhos simbolizan poder, libertad y majestad.
En muchos países están protegidas por ley debido a su papel ecológico como depredadores tope. Por eso, la idea de verlas cazando o, peor aún, de comer una de ellas, provoca rechazo.
Esa reacción se asienta en una jerarquía moral que diferencia entre especies “nobles” y animales de granja. Mientras una gallina se considera un producto alimenticio, un halcón se percibe como un símbolo de la naturaleza salvaje . Esta división no tiene base ética ni biológica, sino cultural.
El especismo , entendido como la asignación de valor moral en función de la especie, sostiene esta diferencia.
La educación ambiental intenta romper esa jerarquía. Propone valorar la vida animal sin distinciones arbitrarias, reconociendo que todo consumo implica un impacto. En ese sentido, la frase de @naturalezaragon no busca justificar la caza, sino recordar que la supervivencia (humana o animal) tiene un coste vital que la sociedad tiende a ocultar .
La desconexión del consumidor moderno
El pollo en bandeja es el símbolo de la distancia entre el origen del alimento y su consumo. Su presentación estandarizada y su bajo precio esconden los procesos industriales detrás de su producción: hacinamiento, crecimiento forzado y sacrificio masivo .
Este modelo, además de éticamente cuestionable, tiene un fuerte impacto ambiental. Por eso, debemos tener presente las siguientes cuestiones:
- Uso de recursos: la cría intensiva de pollos requiere grandes cantidades de agua, energía y superficie agrícola.
- Contaminación: los desechos de las granjas industriales contaminan suelos y ríos, generando emisiones de gases de efecto invernadero.
- Pérdida de biodiversidad: el monocultivo para alimentar estas aves desplaza ecosistemas naturales, reduciendo la variedad de especies.
Frente a esto, la caza de un ave rapaz, aunque impensable desde el punto de vista legal y conservacionista, representa una muerte directa y natural, sin el aparato industrial que rodea la producción de carne masiva. La contradicción radica en aceptar el sufrimiento invisible mientras se condena el visible.
Coherencia ética y responsabilidad ambiental: no sólo se trata de un ave rapaz
Podriamos concluir en que la frase de @naturalezaragon apunta a una cuestión central: la coherencia ética . Nos escandaliza lo que vemos (la sangre, la muerte, la caza), pero no lo que ignoramos (las condiciones industriales, la contaminación, el sufrimiento oculto). Esta disonancia revela un doble rasero moral.
La educación ambiental promueve una visión más completa del consumo. Propone conocer el origen de los productos, entender las consecuencias de cada elección y fomentar alternativas más sostenibles:
- Reducir el consumo de carne .
- Priorizar productos locales o de ganadería extensiva.
- Adoptar dietas equilibradas con menor impacto ecológico.
Dicho todo esto, la reflexión de Ricardo no es un llamado a la provocación, sino una invitación a mirar de frente la realidad biológica. En su video afirma: «Unos mueren para que otros vivan. La naturaleza no tiene filtros, es vida, es muerte». La frase resume el principio básico de la existencia.

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