La luz transforma el jardín: alarga el uso del espacio, marca recorridos y realza texturas que de día pasan desapercibidas. No hace falta un gran presupuesto; con piezas simples y un poco de planificación , el efecto puede ser notable y durable.
Antes de comprar, piensa el objetivo: ambientar una mesa, guiar un sendero o destacar un árbol. Esa intención define temperatura de color, intensidad y ubicación. Menos es más: una luz bien colocada vale más que varias sin criterio .
La seguridad es clave. Opta por soluciones solares o de baja tensión (12 V), cables protegidos y artefactos con grado de protección adecuado para exterior. Evita deslumbrar y apuntar directamente a ventanas o a los ojos de quien camina.
El mantenimiento también cuenta: prefiere LED por bajo consumo y larga vid

Clarín

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