Hay una imagen que se repite en cualquier espectáculo en el que la pasión se desborda. La vemos en las gradas de un estadio durante un partido decisivo o entre la multitud que disfruta de un gran concierto. Miles de pantallas de móviles encendidas, infinidad de asistentes que se hacen selfies , que comparten por WhatsApp la emoción que están viviendo, que la transmiten en vivo por sus redes sociales. Miles de voces corean una canción y, al otro lado del planeta, alguien siente lo mismo que ellos tras pulsar “ver en directo”. Hoy la emoción no entiende de distancias. Lo que antes era un privilegio de unos pocos, ahora lo podemos vivir todos al mismo tiempo gracias a algo tan invisible como poderoso: la conectividad.

Pero esto es algo muy reciente. Hace no tanto experiencias como estas er

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