Alejandro Zapata Perogordo.- El presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, se había convertido en el vocero de muchos mexicanos que anhelamos vivir en tranquilidad. Se le reconoció por su valor al exigir con determinación y sin titubeos de los gobiernos federal y estatal acciones efectivas para combatir la ola de inseguridad y violencia, solicitó apoyo y solidaridad y lo que obtuvo fue la muerte.

Fue un cobarde y artero acto criminal que ha conmocionado a todo el país; quienes pensaron acallar su voz se equivocaron, su trágico asesinato ha servido para hacer eco de sus demandas; lo que en solitario hizo, ahora se escucha con gran estridencia. Es lamentable que se pierda una vida en circunstancias tan terribles para que las autoridades pongan atención a sus responsabilidade

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