Todo empezó por una espontaneidad. El jueves 6 de noviembre cuando Japón salía del hotel para el estadio, los jugadores de México Sub 17 estaban en el looby esperando la hora de comida. Fue entonces que tuvieron la idea de aplaudir la salida de los asiáticos para desearles suerte.
El gesto no pasó desapercibido y conmovió a los japoneses que esa tarde no tuvieron toda la suerte que deseaban tras empatar sin goles con Nueva Caledonia.
Sin embargo, un día después, cuando tocó a México aparecer en el campo y derrotar a Costa de Marfil, los Sub 17 de Japón tuvieron el detalle de recibirlos en el hotel y hacer un pasillo, como hicieron los mexicanos un día antes.
Entre efusivas muestras de afecto y aplausos, los jugadores mexicanos fueron pasando uno a uno a palmearse con sus amigos japones

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