La desmedida presión fiscal que el Gobierno ejerce sobre consumidores particulares y empresas ha convertido el mercado energético español en un campo de minas para los bolsillos de los hogares y, sobre todo, para la competitividad de las empresas, que juegan con sus homólogos europeos en una clara desventaja. La acumulación impositiva ha derivado en que la mejora que habían obtenido los sectores con alto consumo de energía eléctrica respecto a sus competidores más directos en la Unión Europea haya quedado diluida. Por eso, las empresas del sector reclaman que se actúe sobre los precios energéticos si no queremos perder inversiones de la principal industria exportadora de España, que da empleo a 240.000 personas de forma directa, el 7,3% del empleo asalariado, y a casi un millón con indirec

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