Por Luis SILVA GARCÍA
CD. JUÁREZ.- El caso del alcalde de Uruapan, Michoacán, que cayó asesinado a balazos durante un festejo tradicional público la noche del 1 de noviembre, es fiel reflejo de la tragicomedia que se vive en este país, con autoridades impositivas y enfermas de poder, aderezadas por una masa importante de la población que les cree la puesta en escena, y con otro público critico, impávido y frustrado que, ante hechos tan escandalosos, no atina a tomar acciones en consecuencia y a veces ni siquiera alcanza a razonar con propiedad los sucesos.
Uruapan tiene ya varios años “muy caliente”, como dicen en el argot de la noticia policiaca, es decir, se han concentrado ahí fuerzas de cárteles de la droga que pelean por un territorio muy rico en producción agrícola, especialmente

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