El director Daniel Sánchez Arévalo encontró cuando era un “chaval con ansiedad” la sanación en la escritura, y desde entonces cree en el poder de las historias para aportar esperanza. Es, cuenta, lo que ha buscado con sus películas, “que la gente salga del cine sintiéndose mejor”. Ese espíritu positivo atraviesa Rondallas , su último largometraje, una comedia dramática de vocación popular con la que, tras una etapa al servicio de las plataformas, el creador quiere reencontrarse con esa liturgia colectiva que supone una sala llena de público.
“Hay quien piensa que el cine comercial tiene menos valor, pero yo no estoy de acuerdo”, afirma Sánchez Arévalo, que presentó ayer su proyecto dentro de los Special Screenings del Festival de Sevilla. El madrileño cambia esta vez Cantabria, encl

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