Con la transición democrática, la energía colectiva se transformó en poder ciudadano, ampliando la agenda social y política. Se luchó por el respeto al voto, la construcción de derechos y la legitimidad de nuevas instituciones. Sin embargo, hoy vivimos una regresión silenciosa

Durante décadas, la lucha social frente al régimen hegemónico fue por la independencia del Gobierno y de los partidos políticos.

Nuestra apuesta era clara: recuperar la voz y la participación del pueblo, no como espectadores, sino como actores proactivos de su propio destino.

En esa lucha, levantamos la consigna del poder popular, no como una consigna vacía, sino como una práctica que permitía empoderar a los actores sociales y disputar los espacios públicos para que tuvieran el rostro, el lenguaje y los sueños de

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