Hay personas que desde pequeñas forjan el sueño de vivir en Japón, seducidas por el anime o la vibrante cultura de los videojuegos. Casandra Castro , nacida y criada en Rada Tilly, entre el viento, el mar patagónico y el negocio de ropa familiar, no fue una de ellas. Su camino fue distinto, guiado por una intuición viajera y una curiosidad innata que la llevó a ver el mundo con ojos siempre abiertos.
“Desde chica fui medio 'loca' por conocer cosas nuevas”, explica hoy con una sonrisa, hablando desde Chiba, la ciudad japonesa que se ha convertido en su hogar.
Lo que comenzó como un interés casual, alimentado por videos que revelaban la diversidad de paisajes —nieve, montañas, playas— se transformó en un propósito. "Empecé a mirar vídeos y pensé 'qué lugar hermoso'. Y ahí, despaci

ADN SUR

New York Post Opinion
Wilmington Star-News Sports