Chihuahua.- Ni discursos, ni consignas: lo que primero encendió la mañana en la Plaza de Armas fueron los cumbiones. Desde el templete azul y blanco, los altavoces soltaron los primeros acordes y el ambiente se transformó en fiesta.

Entre escudos del PAN y sombreros al aire, los asistentes comenzaron a moverse al ritmo de la música.

La plaza, bañada por el sol de noviembre, se volvió pista de baile. El relanzamiento panista tomó forma de verbena popular: tambores, acordeones y pasos improvisados sobre el templete.

Cuando sonó el siguiente cumbión, nadie se quedó quieto. La política, por unos minutos, se convirtió en puro ritmo norteño y alegría callejera.

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