El proyecto que encabeza la doctora en Biología Cecilia Césari, referente del área de hongos comestibles del Laboratorio de Agroalimentos del INTA , podría resumirse con un chiste. "Más difícil que cultivar hongos en el desierto". Sin embargo, ella y su equipo de trabajo lo consiguieron "darles de comer" utilizando un método super sustentable: restos de la poda de la vid para que los hongos se alimenten, crezcan y luego se puedan comer, como cualquier otro alimento que llega a la mesa de los mendocinos.

Sin embargo, las gírgolas no son "cualquier otro alimento", son "el alimento" por excelencia que puede reemplazar a la carne.

Lo más destacable es que en una provincia donde el aire seco y el sol determinan lo que se puede cultivar y lo que no, un laboratorio del INTA Mendoza lo

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