Cuando empezó en 2022, la guerra de Ucrania se atascó en un lodazal. Las bombas rusas removieron la tierra y salpicaron el frente de restos ... humanos y chatarra militar. Era un imagen de conflictos del pasado siglo. Ecos de trincheras antiguas, de órdenes de calar la bayoneta y de aquel silbido escalofriante de un oficial que mandaba avanzar en campo abierto. Los proyectiles enemigos sepultaban a los vivos y desenterraban a los muertos. Todo se convertía en una picadora de carne. Ya no es así. Tampoco en Ucrania.

Casi cuatro años después, el 'arte' de la guerra se ha adaptado a toda velocidad. Es igual de inhumano, pero más aséptico. Se mata con el mismo gesto de quien aprieta un interruptor. Los drones, hijos de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, lo han cambiado to

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