Harald no se llamaba aún Harald cuando aterrizó en los alrededores de Turnio . Un pollo “volantón” de cigüeña negra jamás habría llegado a esa remota región lapona de Finlandia si no hubiera perdido el norte durante sus primeros vuelos. El error pudo ser fatal. Desnortada, desnutrida, minada de parásitos y débil como el sol boreal en invierno, el día que el ornitólogo Matti Suopajärvi la encontró en una cuneta, además de no tener nombre Harald no tenía casi ni vida.

Mediaba septiembre cuando se produjo el encuentro entre la cigüeña negra y el hombre, un milagro teniendo en cuenta la rareza del registro de esta ave en unas latitudes tan altas. Suopajärvi no daba crédito. Que una cigüeña negra, una especie esquiva como pocas, permitiera la cercanía y aun el roce de un ser humano sig

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