Colombia se asemeja más a una carpa de circo que a una república democrática. En la actualidad está regida por un maestro de la mentira que utiliza el micrófono a modo de látigo ponzoñoso, el aplauso como mandato y el espectáculo central en calidad de red social.

Este payaso estudió si hacer reír con indignación es más rentable que gobernar con coherencia. Así se autoproclama redentor y creador del universo. Su aspecto sucio, ordinario y desgarbado logra que sea válido morirse de risa. También, provoca la carcajada unánime, cuando lanza promesas como globos de jabón e inventa piruetas ideológicas para ocultar la ausencia de logros concretos.

Los personajes del siglo XVI, Arlequín, Colombina y Pantalón, fueron superados con creces por el bufón criollo que elevó el arte del absurdo a categ

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