El lugar elegido por el gobierno de Lula para la trigésima Cumbre del Clima no es casual. La ciudad brasileña de Belém está justo en la desembocadura del Amazonas, uno de los pulmones del mundo, un lugar hecho de muchos ecosistemas con algo en común: todos están tremendamente afectados por la crisis climática, las sequías, los fuegos y la deforestación.
De hecho, a la misma vez que escuchábamos a Antonio Guterres y a Lula decir que "hemos fallado" en la lucha contra el cambio climático, pero "todavía podemos recuperar el tiempo perdido", se conocía un trabajo científico que dejaba este titular: "Cientos de delfines muertos por los 41 grados de récord que han marcado varios lagos del Amazonas". El trabajo ha documentado la temperatura extrema de varias zonas acuáticas de la Amazonia durant

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