Viajar ya no siempre es disfrutar. En demasiadas capitales del mundo, el turismo ha dejado de ser sinónimo de descubrimiento para convertirse en una experiencia agotadora, casi absurda. Lo que antaño era una oportunidad para conocer otras culturas, admirar la belleza y abrir la mente, hoy se ha transformado en un mar de cuerpos avanzando lentamente por calles saturadas, bajo un sol que no perdona y entre destellos interminables de los teléfonos móviles. El viajero ya no contempla, compite. Corre de un punto a otro para poder decir que ha estado allí, aunque en realidad no haya visto nada.
Ciudades emblemáticas como París, Roma, Venecia o Barcelona viven al límite de su capacidad. El turismo, en vez de ser un motor de vida, se ha convertido en una avalancha que amenaza con destruir aquello

Murcia.com

Atlanta Black Star Entertainment
CBS News
New York Magazine Intelligencer
Raw Story
IMDb TV
The Daily Beast
TMZ
Reuters US Business