Las aerolíneas estadounidenses enfrentaron una de las jornadas más críticas del año tras la cancelación de más de 3 300 vuelos en todo el país, consecuencia directa del cierre prolongado del gobierno federal. El colapso afectó aeropuertos estratégicos como Atlanta, Nueva York y Chicago, donde la falta de personal de control aéreo y retrasos en la seguridad provocaron un efecto dominó en la red de transporte nacional.

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