Historias demasiado humanas

Antes de salir al escenario, en una de las últimas noches del “Celebration Tour”, Madonna se queda unos segundos frente al espejo.

Las luces del camarín la iluminan como un altar improvisado. Respira hondo. Mira su reflejo… pero lo que busca en realidad es otra mirada.

“Espero que estés orgullosa de mí”, le susurra a la imagen de su madre. La mujer que ya no está desde que ella tenía 5 años. La mujer que se “desintegró misteriosamente” ante sus ojos, como escribió alguna vez, sin que nadie le explicara nada. La mujer que dejó un vacío imposible de llenar.

A veces pensamos que la infancia se pierde con el tiempo. Pero en algunos -y Madonna es uno de esos casos extremos- la infancia se convierte en una herida que dirige toda la vida adulta.

A los 5 años, apre

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