Morena prepara una jugada maestra de cinismo político: empatar la revocación de mandato presidencial con las elecciones generales de 2027. Lo presentan como un ejercicio de “ahorro” y “eficiencia democrática”, pero en realidad es una maniobra de dominación total disfrazada de participación ciudadana.
El truco está en el efecto arrastre. La presidenta en la boleta no es un detalle administrativo, es un imán electoral. En 2022, la revocación apenas convocó al 17% del padrón. En 2027, con elecciones federales y locales al mismo tiempo, la participación podría triplicarse, arrastrando a Morena hacia una victoria masiva.
Ya lo vimos en 2021: con López Obrador haciendo campaña por la “consulta popular”, Morena retuvo 19 de 22 gubernaturas. Ahora imagínese ese mismo impulso con la figura presid

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