A los 88 años, Luis Landriscina sigue siendo mucho más que un nombre en la historia del humor argentino: es una voz que, incluso cuando la enfermedad quiso silenciarla, continúa resonando con la fuerza de la tradición oral. El narrador de los usos y costumbres del país profundo conserva su lugar entre las figuras más queridas de la cultura popular, combinando ternura, ironía y sabiduría campesina en cada palabra.
En junio de 2024, su salud encendió las alarmas. El artista fue internado de urgencia en la Fundación Favaloro debido a un cuadro coronario. Luego de varios estudios y una cirugía por una hernia inguinal, recibió el alta y volvió a su casa en la zona norte del conurbano bonaerense. Fiel a su estilo, minimizó el susto con humor: “Mi médico quiere que me muera sano”, bromeó ante lo

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