En la ciudad Belém, la capital de la Amazonia brasileña, comenzó ayer una nueva cumbre del clima, la COP30, el mayor encuentro ambiental del mundo, del que participan unos 50.000 delegados, líderes políticos, científicos y activistas de los diversos países. Su meta: recuperar la confianza y la cooperación global en un momento crítico para el planeta.

El anfitrión del encuentro, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, eligió este escenario natural para enviar un mensaje potente. “Queremos que el mundo vea la situación real de los bosques y de nuestra gente”, dijo al inaugurar el evento. La apuesta brasileña es clara: acercar las decisiones políticas a la realidad de una región que sufre la deforestación, la minería ilegal y los efectos extremos del clima.

La logística no fue sencilla. Co

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