Olga Ramos y Carlos Soto
Un matrimonio narra cómo es su vida una década después de la falta de su hija Ariadna: «Necesitábamos abrazos, tiempo, alguien que nos escuchara. Pero la mayoría de personas no saben acompañar ese dolor» 11 nov 2025 . Actualizado a las 11:10 h.
Perder a un hijo por suicidio es un duelo, cuanto menos, singular: abrupto, violento, rodeado de silencio y preguntas sin respuesta. Los especialistas lo comparan, según cuentan los que lo han vivido, solo con «el duelo que padece el superviviente de un campo de concentración». Olga Ramos y Carlos Soto lo saben bien. Desde el 24 de enero de 2015, cuando su hija Ariadna, de 18 años, se quitó la vida, ellos habitan ese territorio devastado. Un antes y después que no termina nunca. Hoy, casi una década después, acom

La Voz de Galicia

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