A los dos años y medio Marcela Gallego vivió quizá uno de los episodios más lamentables en la vida de un niño y por el que quedó marcada por años: el abandono paterno, un hecho que marcó su infancia y condicionó sus relaciones familiares.
La ausencia de su padre no solo significó la falta de contacto, sino también un silencio total: durante años, la actriz envió cartas mensuales sin recibir respuesta, lo que profundizó su sensación de vacío.
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En ese entorno, la figura de su abuela paterna se convirtió en el principal sostén emocional y económico, asumiendo la crianza de Marcela y enfrentando numerosos desafíos para garantizar su bienestar.
De acuerdo con Gallego, su abuela fue el pilar de su desarr

Infobae Colombia

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