En una casa tranquila del ensanche barcelonés, a escasos metros de la imponente Sagrada Familia, ha vivido sus últimos años Angelina Torres Vallbona, nacida el 18 de marzo de 1913 en Bellvís (Lleida). Quinta de siete hermanos, perdió a su padre cuando apenas tenía tres años; con su madre y sus hermanos, se trasladó a Barcelona en busca de mejores oportunidades.
Y es que hoy, fallecía la mujer de mayor edad en España —con 112 años— , pero su historia tiene la densidad de un siglo entero vivido con gran intensidad. Sellos de una época que ya pertenece al pasado: guerras, posguerra, austeridad, cambios urbanísticos… Ella lo ha visto.
Angelina Torres Vallbona ha sido un testimonio de que vivir mucho no siempre tiene que ver con fórmulas complejas, sino con coherencia diaria. Su vida —de Bellvís a Barcelona, de modista a centenaria— plantea una pregunta: ¿qué parte de esta receta podríamos asumir nosotros? No hay garantía de llegar a los 112 años, claro, pero sí podemos intentar vivir con más calma, con menos médico y con más helado, que tanto le gustaba.
Sin fórmulas mágicas, pero claves que se repiten
En entrevistas recientes, Angelina repetía: «Gracias a Dios, nunca he estado enferma. Los médicos no han tenido que trabajar mucho conmigo».
Pero un hábito que aparece una y otra vez es que cada mañana desayunaba un vaso de agua con unas gotitas de limón y una cucharadita de azúcar. También mencionaba que no toma medicación habitual, salvo alguna aspirina cuando era necesario.
Pero más allá de la «receta» dietética, lo que parece más esencial es su estilo de vida:
Trabajadora desde joven —aprendiz de modista, corbatera— a pesar de las dificultades. Muy acompañada por su familia, nietos y bisnietos. Una actitud de entrega hacia los demás: «ser amiga de todos» y tener las «manos llenas, nunca estrechas». Un ingrediente de sorpresa: el placer sencillo, como tomarse un helado por la tarde y merendar chocolate con churros.
¿Cuál es entonces su secreto?
Más que una fórmula milagrosa, parece una combinación de cuatro grandes elementos: buena genética (su madre vivió casi 100 años), vida activa, buen carácter y simplicidad. Cuando se le preguntaba «¿por qué había llegado a esa edad?», respondía sin saberlo del todo: « Cada día me pregunto por qué he llegado a esta edad».
Así, Angelina Torres Vallbona mantenía una dieta sencilla, sin complicaciones ni excesos, que muchos atribuyen a su longevidad. Sus comidas favoritas incluían verduras de temporada, legumbres y algo de pescado fresco, acompañadas de pan integral. Cada mañana tomaba un vaso de agua con unas gotas de limón y una cucharadita de azúcar, mientras que de vez en cuando se permitía pequeños caprichos como chocolate o churros por la tarde o yogur .
Evitaba los ultraprocesados y no consumía alimentos industriales, confiando en la frescura y la naturalidad de los productos locales, una rutina que, según ella misma reconocía, le había permitido mantenerse activa y saludable a lo largo de más de un siglo. Claro, todo ello, hizo que su colesterol fuera perfecto.
Su territorio, su memoria
Angelina tenía buena memoria y recordaba cuando paseaba de niña cerca del templo de Gaudí desde sus inicios y vivir la Barcelona que crecía a su alrededor: «Yo la vi nacer la Sagrada Familia y la he visto crecer piedrecita a piedrecita ». Sus recuerdos se fundían constantemente con los de la ciudad, la casa, la familia y el cambio del mundo.

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