La conversación pública sobre el costo de vida suele girar en torno a los alimentos. Sin embargo, en octubre fue otro rubro el que terminó sacudiendo los bolsillos: el gas. Su encarecimiento vino acompañado de un contexto energético tenso, marcado por una menor producción y temores sobre el abastecimiento en el corto plazo. Esa combinación terminó reforzando las presiones sobre la inflación y complicando la proyección económica hacia fin de año.

Los datos del Índice de Precios al Consumidor mostraron que el gas presentó una variación anual del 13,28%. Dentro de la categoría de servicios públicos, ningún otro subcomponente subió tanto; y entre todas las subclases por fuera de alimentos, tampoco hubo un incremento mayor. La cifra, más allá de los decimales, confirma que el costo energético

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