Nada sorprende en la Argentina en materia económica. Hemos probado de todo en los últimos 80 años, pasando por todos los regímenes cambiarios existentes a insólitos impuestos. La filosofía imperante, que aún no ha sido erradicada, es que que a todo lo que se mueve hay que ponerle un impuesto. Lo peor es que si después de aplicar ese impuesto se queda quieto, le dan un subsidio. Raro este país.
En abril del 2020, el intendente de Puerto Madryn, Gustavo Sastre, logró aprobar una ordenanza que impuso el cobro de impuestos municipales a los parques eólicos. El funcionario, luego apodado “de-Sastre”, cual tiburón olió sangre: el Parque Chubut Norte I, implicaba inversiones millonarias y ameritaba una tajada. Fue el nacimiento del “impuesto al Viento”. Luego la Cámara Federal de Apelaciones de

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