La foto de la victoria de Milei en las elecciones de medio término provocó una euforia financiera que aún persiste: subieron acciones y bonos, el riesgo país cedió y el dólar se aplacó. Pero fuera de la city, la economía real sigue crujiendo. No es una paradoja: cuando la política económica se ordena para el juego de carteras de inversiones especulativas —tasas de interés, títulos de deuda y carry trade — la economía real queda desplazada del centro de la escena y, peor, de la prioridad pública.
El sesgo analítico dominante mira stocks de reservas, curvas de vencimientos de deuda y el tipo de cambio real; mira pantallas y poco o nada de lo que sucede en la evolución general de la economía.
El último reporte de FIDE, dirigido por Mercedes Marcó del Pont, lo resume con precisión: la

El Destape Economía

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