Las alianzas estrechas entre la ciencia y el control administrativo de los ciudadanos han deparado aberraciones que la literatura ha sabido anticipar, exagerar o reimaginar a su antojo. Con el acento puesto en unas paralelas primeras décadas del siglo XX, José Retik (1969) da rienda suelta en Un mundo distinto a un relato que abreva en los métodos eugenésicos que supieron impulsar figuras como Lombroso, Mengele o el local Ramos Mejía.

Esa combinación entre positivismo y política se encarna en Blas Ernesto Rivarola, un psiquiatra que prevé mejorar a la sociedad argentina desde su Instituto para la Reforma Mental del Pensamiento Anómalo, afán de perfeccionamiento moral que no se condice con los aprietes violentos que promueve con su grupo La Mandioca ni con los experimentos clandestinos que

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