La escritora Margaret Atwood ha señalado que “los algoritmos no tienen intención ni contexto vital; lo que producen es un espejo estadístico de lo que ya existe”. En otras palabras, la máquina no inventa: reorganiza.

El avance de la literatura generada con inteligencia artificial (IA), abre un frente de discusión en torno a los derechos de autor, la identidad artística y la propiedad intelectual de los datos utilizados para entrenar a los modelos.

En América Latina y países donde las industrias culturales enfrentan limitaciones estructurales, el riesgo no solo es tecnológico sino también simbólico: depender de algoritmos entrenados puede profundizar la brecha cultural y lingüística.

Diversos organismos, entre ellos la Federación Internacional de Organizaciones de Derechos de Reproducció

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