Hace poco más de cien años, un barco australiano se encontraba en dos días, dos años, dos estaciones y dos siglos al mismo tiempo. A finales de 1899, en el Pacífico, el capitán del SS Warrimoo, John D. S. Phillips, planeó una maniobra de precisión para llegar exactamente al cruce del Ecuador con el meridiano 180 justo a medianoche del 31 de diciembre. El punto donde la Línea Internacional de Cambio de Fecha y la división de hemisferios se encuentran permitía algo que ningún otro lugar en tierra podía ofrecer: partir el calendario con la proa y la popa, y, con ello, realizar una proeza temporal.

Los preparativos comenzaron días antes; con un sextante, un agudo cronómetro y cálculos de rumbo, velocidad y corrientes, la tripulación afinó las correcciones necesarias para clavar la posición en

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