En las áridas colinas del valle de Pisco , al sur del Perú, se extiende un monumento tan misterioso como preciso: una franja de casi kilómetro y medio compuesta por unas 5.200 cavidades perfectamente alineadas, conocidas como Monte Sierpe o la Banda de Agujeros. Descubierto en 1931 por el geólogo Robert Shippee y el teniente George R. Johnson durante una de las primeras expediciones aéreas sobre los Andes, el lugar desconcertó a generaciones de arqueólogos.
Hasta ahora.
Un paisaje misterioso. Durante décadas se propusieron teorías que iban desde su uso defensivo hasta la captura de niebla o el almacenamiento de agua, pero ninguna encajaba del todo.
Ahora, un nuevo estudio publicado en Antiquity aporta una hipótesis convincente desde un punto de vista que nadie había valorado:

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