Vasili Grossman, testigo y cronista excepcional de la derrota del nazismo, desde el sitio de Stalingrado, pasando por la liberación de los campos de concentración y hasta la caída de Berlín, decía que “uno de los medios de los que se sirve el fascismo para actuar sobre el hombre es la total, o casi total, ceguera”. Según el autor de Vida y destino , quienes caen seducidos por los profetas de la ultraderecha “no creen que vayan al encuentro de su propia aniquilación. Es sorprendente —remata— que aquellos que se encontraban al borde de la tumba fueran tan optimistas”.
Pese a que buena parte del mundo se alzó en los años treinta del siglo pasado con la consigna “¡No pasarán!”. Lo cierto es que, combinando la violencia en las calles con una demagogia incendiaria, Adolfo Hitler se impuso en

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