Congelada en el tiempo por la erupción del Vesubio, Pompeya conserva uno de los retratos más reveladores de la vida sexual en la Roma antigua . Frescos, objetos y grafitis muestran una cultura donde el deseo se exhibía en casas, burdeles y calles como parte natural de la vida cotidiana.

Gracias a que la ceniza volcánica preservó edificios, murales y objetos, hoy podemos asomarnos a una cultura en la que el sexo no se limitaba a lo privado, sino que estaba presente en los espacios domésticos, en los locales públicos, en las paredes de la ciudad.

En Pompeya era habitual encontrar frescos y relieves con escenas erotizadas, objetos fálicos decorativos y grafitis sexuales que no eran simplemente chistes aislados, sino parte de una visualidad cotidiana.

La ciudad de Pompeya, con

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