A las 9:00 p.m. del 13 de noviembre de 1989 un estruendo alertó a la población del municipio de Armero, en Tolima; el volcán del Nevado del Ruiz estaba haciendo erupción.

En minutos, los flujos piroclásticos del volcán habían derretido la nieve, creando así una avalancha de lodo, escombros, piedras y troncos que empezó a descender desde el cráter Arenas.

Todo empeoró cuando aquella mezcla de materiales llegó al Río Lagunilla y se mezcló con la corriente, haciendo que aquella fatal mezcla de elementos naturales empezara a correr a toda velocidad —17 metros por segundo— extendiéndose por kilómetros hasta llegar a aquella pequeña comunidad reconocida por la producción de algodón. Mientras tanto, del cielo caía ceniza.

A los 20 minutos de la erupción, el pueblo estaba totalmente enterrado

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