La rabia, la impotencia y un mar de preguntas se hicieron carne en los responsables de la firma aquel lunes a la mañana. No era para menos. Cuando llegaron a abrir las puertas a las 7.30, se encontraron con que buena parte de la empresa había sido saqueada.

No sólo que los delincuentes, tras aprovechar que no había nadie, se habían apoderado de una importante cantidad de mercadería como aparatos médicos e insumos, sino que además habían pasado por las oficinas de la administración y se habían adueñado de computadoras, celulares y una caja fuerte con una importante suma en efectivo.

También se habían hecho de otra caja con dinero.

Lo que más llamó la atención de los damnificados es que el predio contaba con un complejo sistema de alarmas instalado y que no había funcionado en lo más míni

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