Cuenca

Javier Escribano tiene nueve años y una energía que ilumina el estudio de SER Cuenca donde nos hemos encontrado con él en el espacio Escuela de Salud que coordina Beatriz Hernández. Habla con naturalidad, se ríe, piensa en voz alta y, sobre todo, enseña. Porque aunque él asegura que “no ha cambiado nada” desde que sabe que tiene TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) , sus palabras dejan claro que su manera de entender el mundo es especial.

“Yo tomo pastillas, pero no son una droga mortal, son pastillas normales que tengo que tomar cada día”, explica con la claridad de quien ha aprendido a convivir con su condición. Lo dice sin miedo ni dramatismo, consciente de que lo que vive no es una enfermedad, sino una forma diferente de procesar lo que le rodea.

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