Entre la costa de Cantabria y las primeras montañas de los Picos de Europa se extiende el Camino Lebaniego , un recorrido de unos 72 kilómetros que conecta San Vicente de la Barquera con el monasterio de Santo Toribio de Liébana. Declarado Patrimonio de la Humanidad en 2015, este camino forma parte de las itinerarios históricos de peregrinación del norte de España y combina paisajes, historia y tradiciones que se han mantenido durante siglos.
El trayecto se puede completar en tres a cinco días, según el ritmo de cada caminante. Quienes lo recorren destacan la mezcla de mar y montaña: el Cantábrico al fondo, los valles verdes y los macizos montañosos que cambian con cada paso. No es solo un camino de fe y espirutalidad, sino que también es una oportunidad para descubrir pueblos con encanto, costumbres locales y formas de vida que siguen presentes en la región.
El Año Jubilar de 2028 volverá a situar a Santo Toribio como un destino importante para peregrinos de toda Europa. Pero incluso antes de esa fecha, el Camino Lebaniego sigue atrayendo a quienes buscan recorrerlo por motivos religiosos, culturales o simplemente para disfrutar de la naturaleza y la historia que atraviesa.
Del litoral cántabro al corazón de Liébana
El camino comienza en San Vicente de la Barquera, un pueblo costero con calles históricas y edificios como la iglesia de Santa María de los Ángeles, el castillo del Rey y la Puerta de los Peregrinos, que marca el inicio oficial del camino. Desde el puente de La Maza, el mar al fondo y las montañas que se alzan hacia el interior anuncian la travesía que espera.
Las primeras etapas atraviesan pequeñas aldeas y valles. La Acebosa, Hortigal y Serdio reciben al caminante con sus casas de piedra y sus paisajes tranquilos. El murmullo del río Nansa y los bosques de alisos acompañan cada paso, mientras el camino lleva hasta Muñorrodero, donde se bifurcan los trayectos hacia Santiago de Compostela y hacia Liébana. Aquí empieza la Senda Fluvial del Nansa, que sigue el río entre pasarelas, pequeños puentes y restos industriales antiguos, hasta llegar a Cades, donde se conserva una ferrería del siglo XVIII que aún recuerda la importancia del hierro en la comarca.
El segundo tramo, más largo y exigente, recorre los valles del Nansa y Lamasón y pasa por pueblos como Lafuente, con su iglesia románica de Santa Juliana, del siglo XII. Desde el collado de Hoz, las vistas abarcan buena parte de la comarca, antes de continuar hacia Cicera y Lebeña . En esta última localidad se encuentra la iglesia de Santa María, templo mozárabe del siglo X, uno de los ejemplos más destacados del prerrománico español. Tras este punto, el camino sube hasta Cabañes y continúa hasta el monasterio de Santo Toribio.

En la última etapa, de unos doce kilómetros, se atraviesa el bosque de castaños centenarios del Habario de Pendes y el desfiladero de la Hermida, por donde corre el río Deva. Al llegar a Potes, el núcleo principal de Liébana, los peregrinos se encuentran con la Torre del Infantado, puentes medievales y calles que conservan la arquitectura tradicional. A pocos minutos, el monasterio de Santo Toribio da la bienvenida a quienes completan el recorrido.
Aunque la distancia no es muy larga, el camino incluye tramos montañosos y desniveles que requieren preparación física moderada. Lo ideal es recorrerlo en primavera u otoño, cuando las temperaturas son suaves. A lo largo de la senda hay albergues y alojamientos rurales, y los peregrinos pueden sellar su credencial y obtener en Santo Toribio el documento que acredita la peregrinación. Por tratarse de zonas naturales protegidas, se recomienda respetar el entorno, caminar en silencio y seguir la señalización.
El monasterio y su papel en la peregrinación
El Monasterio de Santo Toribio de Liébana, a los pies del monte de la Viorna, es el destino final del Camino Lebaniego y uno de los cuatro lugares jubilares de la cristiandad, junto con Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela. Allí se conserva el Lignum Crucis, considerado el fragmento más grande que se conserva de la cruz de Cristo. Según la tradición, Toribio de Astorga lo trajo desde Jerusalén en el siglo VIII, origen del carácter sagrado del lugar.
El monasterio actual combina estilos gótico, clásico y barroco, resultado de distintas reformas a lo largo de los siglos. Su Puerta del Perdón solo se abre en los Años Jubilares, cuando la festividad de Santo Toribio coincide con domingo. Ese día marca el inicio del año jubilar y permite a los peregrinos obtener la indulgencia plenaria. La próxima apertura será en 2028.
El monasterio también tuvo relevancia cultural. En el siglo VIII, el monje Beato de Liébana redactó allí su Comentario al Apocalipsis , un texto ampliamente difundido durante la Edad Media. Sus copias iluminadas, conocidas como Beatos, se conservan hoy en bibliotecas y museos europeos. En la obra se incluye el Himno a Santiago Apóstol, que inspiró la tradición jacobea.
El Camino Lebaniego se consolidó en torno al monasterio durante la Edad Media, cuando los peregrinos llegaban para venerar el Lignum Crucis. En 1512, el papa Julio II concedió a Santo Toribio el privilegio jubilar, equiparándolo con los otros grandes centros de peregrinación cristianos.

Tradición, gastronomía y vida rural en torno al camino
El Camino Lebaniego mantiene un equilibrio entre la tradición religiosa y la experiencia cultural. Los pueblos por los que pasa conservan construcciones de piedra, templos rurales y hospitalidad. En Cades todavía funciona la ferrería que recuerda la importancia del hierro; en Cicera se comparten relatos de montaña y leyendas locales; y en Potes, talleres de artesanía mantienen oficios de madera, lana y cerámica.
La gastronomía acompaña cada etapa. En la costa predominan anchoas, merluza y otros productos del mar; en el interior destacan platos de cuchara como el cocido montañés y el cocido lebaniego, elaborados con garbanzos y carne de vacuno. La raza tudanca, autóctona de Cantabria, forma parte de la tradición ganadera. Entre los quesos más conocidos están el picón de Bejes-Tresviso, los quesucos de Liébana y el queso de nata de Cantabria. Para finalizar, el orujo artesanal de localidades como Tama o Cabariezo.
El Camino Lebaniego forma parte de una red de caminos históricos que confluyen en Santo Toribio, como el Camino Vadiniense, el Leonés y el Castellano, que conectan diferentes regiones del norte de España. Su origen se remonta al siglo VIII, cuando las reliquias llegaron a estas montañas. Desde entonces, ha seguido siendo un vínculo entre mar y montaña, uniendo lugares, oficios y costumbres que aún forman parte de la vida cotidiana de la comarca.

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