En Ciudad Juárez, el combate al narcotráfico es una realidad que se vive a diario. Las calles, testigo de tantos silencios y batallas, han visto pasar —sin hacer ruido— las Vans blancas y los vehículos custodiados por fuerzas federales y extranjeras. Son parte de una lucha que, aunque discreta, ha logrado resultados palpables para la seguridad de la ciudad.

La presencia de agencias como la DEA, el FBI o ICE no es nueva: operan aquí, junto con autoridades mexicanas, persiguiendo a los grupos que durante décadas han sembrado miedo y destrucción.

Nadie duda de que el crimen organizado corrompe el tejido social, desgarra familias y deshace comunidades. Sin embargo, combatirlo exige un compromiso absoluto con la ley, no su quebranto. Porque tan nocivo es el narcotraficante que impone su poder

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