Cuando se conmemoran los 40 años de la tragedia de Armero, es propicio recordar también otros eventos naturales que han conmovido al país y aportan valiosos elementos para la reflexión sobre su evolución y sobre el imperativo de prepararnos para mitigar el riesgo, de manera que, en caso de materializarse nuevos eventos, sus efectos sean menores y por consiguiente las devastadoras consecuencias que pueden derivarse, acudiendo a los avances de la tecnología y la legislación disponible.

En primer lugar me refiero a un caso en que se presentaron, en forma simultánea en una misma región, eventos naturales cuyos efectos sobre el territorio resultaron catastróficos. Así sucedió el 6 de junio de 1994 con el terremoto del Páez, que desencadenó una de las mayores tragedias en la historia reciente d

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