Llegó a la gubernatura como candidato suplente y en una elección opacada por la injerencia del crimen. El mandatario de Morena está hoy en el centro de la crisis michoacana

“Han sido cuatro años trepidantes”, decía en octubre con una amplia sonrisa el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, sin saber que las cosas en su Estado cambiarían completamente en un mes, después del asesinato de Bernardo Bravo, un líder limonero, y de Carlos Manzo, el alcalde independiente de Uruapan, quien fue ultimado a pesar de tener protección federal y estatal . El político morenista rebosaba optimismo en aquellos primeros días del mes pasado, después de presentar su cuarto informe de gobierno en medio de una vistosa campaña de propaganda titulada “Hoy Michoacán es mejor”.

Entrevistado en la tele

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