La tarde del 6 de noviembre de 2025 olía a mar y a estreno. En Playas de Tijuana, el aire cargado de sal y expectativa recibía a decenas de jóvenes con cámaras colgando del cuello, mochilas repletas de ideas y una consigna clara: “la frontera también filma” . Así empezó el primer Festival de Cine de Tijuana (FCTJ) , cuatro días de proyecciones, talleres y conversaciones que convirtieron a la ciudad en una especie de set cinematográfico al aire libre.

Lo que podría haber sido un evento pequeño terminó siendo una irrupción cultural . Más de cinco mil personas llenaron salas, cafés, y hasta pasillos de la Casa de la Cultura de Playas , donde se inauguró oficialmente el encuentro. La emoción se respiraba. No era solo cine: era identidad, era pertenencia. Y en una ciudad acostumbrada

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