Víctor Manuel Ubaldo Vidales, el asesino del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, tenía 17 años, uno menos que Héctor Hernández Escartín, autor material del homicidio del abogado David Cohen. Junto con ellos están los casos de miles de jóvenes, apenas adolescentes, que en los últimos años se han convertido en el último eslabón de la cadena del crimen en nuestro país. Apenas hace un mes, el 15 de octubre, centré mi análisis en un brevísimo recuento, a guisa de ejemplo, de los últimos 15 años de violencia en México en los que los asesinos tenían 15 años o menos. La edad para estar concluyendo la secundaria o comenzando el bachillerato significó para ellos – y muchos más – el momento de terminar con dos vidas: la de la víctima de sus balas y la de ellos mismos.
En aquella ocasión me preguntaba

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